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miércoles, 12 de octubre de 2011

EL “ARQUEOCETO” DE 49 MILLONES DE AÑOS FUE PRESENTADO EN TECNÓPOLIS Científicos argentinos hallaron el fósil más antiguo de una ballena Publicado el 12 de Octubre de 2011



Investigadores del Instituto Antártico Argentino lo encontraron en la isla Marambio, en febrero pasado, en la Antártida Argentina. Es el registro más primitivo del grupo que dio origen a los cetáceos modernos y delfines.
 
Científicos del  Instituto Antártico Argentino, dependiente de la Dirección Nacional del Antártico (DNA), descubrieron los restos de una ballena primitiva (“arqueoceto”) de 49 millones de años de antigüedad en la isla Marambio, al noreste de la península antártica, considerado el fósil de ballena más antiguo del mundo.
El hallazgo ocurrió en febrero de este año, durante la última campaña de verano, y fue difundido ayer por las autoridades e investigadores nacionales. Se trata de una mandíbula con dientes multidenticulados enterrada en la Formación La Meseta, cerca del mar de Weddell, que pertenecía a un cetáceo de tipo mediano que rondaba los seis metros. Hasta el momento se conocía la existencia de las ballenas “semiacuáticas” (Protocetidae), de cuatro patas desarrolladas, en la región Indo-Pakistán, hace unos 53 millones de años. El flamante descubrimiento del “arqueoceto antártico”, totalmente acuático, demostró una evolución mucho más veloz de la pensada para estas especies, y una mayor rapidez para distribuirse por los mares australes.
“El descubrimiento es importante en sentido evolutivo, en un grupo que tiene representantes vivientes que surcan todos los mares. Lo bueno es saber que hace 50 millones de años ya existían ballenas completamente adaptadas a la vida acuática”, indicó a Tiempo Argentino el jefe de la investigación en el continente blanco, Marcelo Reguero (CONICET, Instituto Antártico Argentino y Museo de La Plata). Sergio Marensi, director del Instituto Antártico Argentino, remarcó a este diario que “se trata del resto más antiguo de ese grupo hallado en cualquier parte del mundo”. Hasta este descubrimiento, en la Antártida se había llegado a encontrar un misticeto, perteneciente a un grupo de ballenas más moderno, con una edad aproximada de 35 millones de años. “En casi 15 millones de años el grupo cambió otra vez: ya definitivamente en el agua, pero habiendo perdido en ese lapso los restos de las patas que el ejemplar encontrado aún tenía, y la dentición, definitivamente dejó de ser predador”, agregó Marensi.
Este “arqueoceto antártico” pertenece al grupo Basilosauridae, del que se originaron todos los cetáceos actuales. Los dientes de la mandíbula ya están en hilera, y a su vez la rama mandibular tiene un orificio de gran tamaño, vinculado con la pérdida de audición, y el sonido se recupera bajo el agua a través de la mandíbula. “Lo que nos resultó extremadamente interesante es que la evolución de un patrón totalmente cuadrúpedo a una forma más familiar en lo que hoy conocemos como una ballena ocurrió estrepitosamente rápido”, señaló la investigadora Marta Fernández.
El proyecto antártico de paleontología en vertebrados tiene más de 30 campañas desarrolladas en las últimas dos décadas con cooperación entre el Museo de La Plata, el Instituto Antártico Argentino, el CONICET, la Cancillería e investigadores extranjeros que participan a través de convenios internacionales, como en este caso que fueron invitados dos suecos. La búsqueda se centró en vertebrados marinos y de tierra, de una época en que el continente antártico no estaba englaciado, sino con bosques y animales: “En aquel entonces era totalmente diferente, había fauna diversa, hasta parientes de guanacos”, sostuvo la paleontóloga Claudia Tambussi.
Los resultados de esta campaña serán presentados en un evento internacional de la Society of Vertebrate Paleontology que se realizará en Las Vegas. Para el director nacional del Antártico, Mariano Mémolli, “este hallazgo coloca a la paleontología argentina en un nivel mundial, a la vanguardia. De aquí en más esto va a repercutir en el mundo que preguntará para que se incorpore gente de otros países al grupo de investigadores. Antes era a la inversa, uno asociaba a investigadores argentinos uniéndose a extranjeros, hoy ocurre al revés”. <

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