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lunes, 2 de febrero de 2015

¿Cómo se hacen los ricos más ricos? 10 datos impactantes sobre la desigualdad Publicado: 16 sep 2014 19:07 GMT | Última actualización: 16 sep 2014 19:07 GMT 11.2K1.2K956

Peter Parks
La brecha entre los superricos y el resto de la sociedad se ha disparado en los últimos años, siendo ello más notorio en el Reino Unido, donde el 1% más rico obtiene más ingresos que en el resto de ciudadanos de Europa.
Según el articulista Danny Dorling del diario 'The Guardian', el 1% de la población más adinerada ha amasado su fortuna a expensas del resto de la sociedad.

Entre el 1% de los más ricos no hay médicos ni profesores

En el Reino Unido para ingresar al privilegiado club del 1% de las mayores rentas se necesitaría un ingreso anual mínimo de 160.000 libras esterlinas (unos 258.000 dólares).

Según Dorling, hasta hace poco los profesores y médicos contaban con algunos de los mejores salarios en el país. Sin embargo, en los últimos años sus ingresos han sido superados con creces por los de financieros, administradores, contables y abogados. Ahora incluso los mejores maestros y médicos son parte de la mayoría de la población que tiene que endeudarse para pagar las tasas universitarias de sus hijos.

Londres acoge al 1% más rico del mundo

En la capital británica reside la mayor cantidad de multimillonarios del mundo, que cuentan, al menos, con un patrimonio de 30 millones de dólares en activos, además de sus lujosas residencias. Según datos recientes de la consultora inmobiliaria Knight Frank, en Londres residen 4.224 familias multimillonarias, que se ven atraídas no solo por la historia de la ciudad sino también por el laxo régimen fiscal del Reino Unido.

Los superricos ven a los pobres como una especie inferior

Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Princeton, EE.UU., las personas menos afortunadas son vistas como una especie inferior por los millonarios. En este trabajo participaron varios estudiantes, en su mayoría de familias acomodadas, a quienes se les mostró fotografías de personas sin hogar, y al ver las imágenes la reacción de los universitarios ricos fue como si se hubieran "tropezado con un cúmulo de basura".

Cuanto más grande es la brecha social, menor es la compasión que se manifiesta por los demás, indicaron los investigadores.

En los últimos años la desigualdad ha aumentado vertiginosamente

Uno de los tópicos repetidos por las élites es que los empleados peor remunerados de una empresa tienen suerte de contar con un trabajo gracias a la benevolencia del 1% más rico. Se dice que, al obtener más ganancias, la élite adinerada crea más puestos de trabajo, pero esto no ocurre en la realidad.

Más impuestos reducirían la codicia

Para reducir la desigualdad en términos de riqueza se debería introducir mayores impuestos al patrimonio y a los ingresos. Estas medidas ayudarían a contener la codicia de un pequeño grupo de personas que exigen mayor remuneración. El autor del artículo insta también a las empresas a abstenerse de contratar o pagar salarios astronómicos a una o pocas personas solo por el hecho de ser reconocidas. "Una distribución más equitativa de pago permitiría, por el salario de una o dos celebridades, un grupo mayor de personas generaría una mayor productividad para la empresa", agrega.

Mantener la desigualdad es un castigo para los pobres

El Gobierno británico redujo el tipo máximo de gravamen del 50 al 45%, y ahora estudia otras medidas que afectarían a los pobres. Según el articulista, estas disposiciones incentivarán los ingresos solo de un 1% de la sociedad británica. Otro 20% verá un ligero aumento de sus ingresos netos en los próximos años, mientras que todos los demás se empobrecerán.

Los niños son los que más sufren por la reducción de gastos

De acuerdo con la información de Dorling, con el conjunto de medidas y recortes económicos en el Reino Unido, los hogares con niños serán los más damnificados. Como promedio, las parejas sin hijos perderán un 4% de sus ingresos netos; las parejas con niños los verán bajar un 9% y los padres solos se quedarán sin un 14% de sus ingresos netos.

En algunos países del mundo la desigualdad 'se contrae'

A partir de 2005 la brecha de la desigualdad mundial se ha reducido, según algunas estadísticas. No obstante, Dorling sostiene que en estas estadísticas no se tomaron en cuenta la riqueza y los ingresos de los más ricos. A inicios de este año, un reporte de Oxfam reveló que únicamente las 85 personas más ricas del mundo tienen tanta riqueza como la mitad más pobre de la población mundial.

La concentración de la riqueza es insostenible

Para un sistema económico es dañina la concentración de la riqueza en unas pocas manos, asegura el autor del artículo. Anteriormente economistas de Harvard y otras universidades estudiaron las tendencias desde 1961 en nueve países con altos ingresos y notaron que, debido a la concentración de la riqueza en pocos sectores, su crecimiento económico fue lento.

Nadie sabe cuándo llegará la verdadera equidad social

Podemos notar un creciente desacuerdo, ira y cambio de actitud moral hacia los más ricos, pero el punto de inflexión hacia el fin de la inequidad aún está lejos, lamenta Dorling. De acuerdo con el articulista, la desigualdad económica es tan vil como el racismo; tan perjudicial en sus efectos para la sociedad y tan beneficiosa para un pequeño grupo de personas que creen que solo ellos deben tener más porque valen más.
Desafíos para 2015

Concentración de la riqueza y desigualdad

El autor de El capitalismo del siglo XXI, Thomas Piketty, vendrá a la Argentina la semana próxima. Diagnosticó lo profundo de la desigualdad y propone reformas fiscales de fondo.

Concentración de la riqueza y desigualdad
La base de datos de los más altos ingresos del mundo fue un trabajo en equipo de 10 años.
Arranca un año donde los debates económicos serán mucho más que el intercambio de artículos especializados de los académicos. Lo dice uno de los economistas cuya estrella  brilló más en 2014 y que en pocos días estará en Buenos Aires. Thomas Piketty, el autor de El capital del siglo XXI, tuvo el atrevimiento de desempolvar a Carlos Marx, el autor más temido de los dueños del poder, por el sólo hecho de retomar el título de un libro que fue uno de los pilares del pensamiento y la acción anticapitalista más consistente de los últimos 150 años. El primer día de 2015, este hijo de militantes de izquierda franceses hizo honor a otro Marx, Groucho, cuando decidió no aceptar la invitación del presidente François Hollande a integrar la prestigiosa Legión de Honor de su país. Groucho rechazó integrarse al Penn Club con una frase que quedó en la historia: “No aceptaría integrarme a un club que me tenga como socio”. Piketty fue menos retórico: “No creo que le corresponda a un gobierno decidir qué es honorable”.
Algo pasa para que las cosas cambien: la literatura económica y política marxista fue debidamente apartada del aprendizaje de la teoría y también quedó fuera de la agenda de quienes gestionan la acción pública en el planeta, especialmente después de los sucesos comenzados en 1989 por la llamada caída del muro de Berlín. Sin embargo, algunos planetas se alinearon para que este joven francés nacido un año después de mayo del ’68, reuniera todos los pergaminos académicos (la Escuela de Altos Estudios de París y el Instituto Tecnológico de Massachusetts) y un equipo de investigadores consistente como para poner en agenda la desigualdad social. Por prepotencia de trabajo, por ir directo al grano y formularlo en un libro que bate récords de venta y que se traduce a los idiomas más remotos. 
Sobran los papers en los que se advierte la voracidad del capital rentístico. Abundan las evidencias de un mundo donde sobran alimentos, pero cientos de millones aún padecen el hambre. Es más, en los círculos conservadores se festejan programas de disminución del daño, como los que puso en marcha India. En efecto, en ese país de 1.200 millones de personas, una ley da comida barata para dos tercios de su población. Esto confirma lo que muchos sospechan: la cara social de las potentes multinacionales indias y de su dirigencia política intenta amortiguar los efectos colaterales de esta tercera revolución tecnológica. Oliver Twist, el incómodo personaje de Charles Dickens, no sólo recuerda la cruda realidad de los niños explotados y de la clase obrera hace dos siglos, sino que amenaza con arruinar la fiesta de los supermillonarios que toman las principales decisiones sobre el rumbo del capitalismo.
Tras más de una década de trabajo, Piketty hizo públicas bases de datos confiables que ponen en evidencia algo un poco abstracto para el lector no especializado, pero cuya comprensión puede exhibir la cruda realidad de cómo están las cosas en el planeta. Este economista que afirma no haber sentido jamás “ternura o nostalgia” por las dictaduras comunistas y estar “vacunado de por vida contra los convencionales y perezosos discursos anticapitalistas”, sostiene en sus complejas 700 páginas que la renta del capital ha sido equivalente, en promedio, a tres veces la tasa de crecimiento del producto. Esto se agravó en los últimos 40 años y la concentración actual de la riqueza se acerca a los niveles de finales del siglo XIX.
Es decir, una rica e ínfima minoría se apropia en proporciones cada vez más brutales del conjunto de bienes y servicios que producen los trabajadores. El patrimonio de ese sector privilegiado del mundo se acumula a un ritmo brutalmente mayor que los salarios o las eventuales y pequeñas rentas obtenidas por las abrumadoras mayorías. 
Este ciclo regresivo de la distribución de la renta se inició en la década de los setenta. Un hito importante fue la crisis del petróleo de 1973, que no fue económica sino política y militar. Salvando las distancias y en un contexto distinto, como lo es la caída del precio del petróleo de fines de 2014 y que amenaza ser un elemento sustancial en la marcha del mundo en este año que comienza. 
Un elemento diferente entre aquel 1973 y este 2015 es que los refugios fiscales y la ingeniería financiera de las grandes multinacionales generaron diversas maneras de no pagar impuestos o reducirlos a mínimos absurdos,  derivando las ganancias a plazas organizadas para ello. Nicholas Shaxson sacudió el mundo financiero con su libro Las islas del Tesoro, que también apareció en español en 2014, donde le pone números al dinero de los paraísos fiscales. El autor británico afirma que más de la mitad de todos los activos bancarios y más de un tercio de las inversiones de las corporaciones multinacionales se canalizan a través de sistemas extraterritoriales. En la Argentina aparecieron dos interesantes marcas al respecto. Una es la lista Falciani, de quienes evadieron recursos en cuentas del HSBC de Suiza. La otra es el dato de que Techint, el gigante que monopoliza segmentos clave de la siderurgia, que se benefició con la adquisición de Somisa a precio vil en los noventa, tiene una sede en Luxemburgo, uno de los “paraísos” donde el impuesto a las ganancias para las multinacionales es de apenas el 2%. 
Piketty afirma que si la Unión Europea y Estados Unidos, que acumulan la mitad de lo que se produce en el mundo, quisieran combatir los paraísos fiscales –casi todos instalados en países controlados por las grandes potencias– podrían hacerlo. En todo caso, el aporte de este economista francés puede ayudar a que otras investigaciones también cobren mayor visibilidad. La reunión del 2014 del G-20 no mostró avances al respecto; aunque el tema fue mencionado claramente en la declaración final de 2009, nunca se lo trató en serio. Fue Vladimir Putin, en la cumbre de San Petersburgo (septiembre de 2013) quien desafió al resto de los mandatarios a tratar el asunto, un desafío que se explica más por el ajedrez de Moscú que como un auténtico deseo de blanquear las grandes transacciones financieras y comerciales del planeta.
Puertas adentro. Argentina, como buena parte de América latina, vive un ciclo de desafíos y rupturas con las ideas neoliberales y el liderazgo de los sectores más concentrados de la economía. La ampliación de derechos, las convenciones colectivas de trabajo, los estímulos al consumo con recursos e inversión pública mostraron su fertilidad para conjurar crisis. Sin embargo, el año que terminó puso en evidencia una serie de limitaciones estructurales que invitan a tomar riesgos y profundizar los caminos para enfrentar las asimetrías. Con el mismo tesón que un equipo de académicos acompañó a Piketty para diagnosticar las desigualdades y proponer reformas tributarias de fondo, se puede aspirar a cambiar las reglas impositivas de la Argentina. Ante el avance de la globalización, una de las pocas defensas es mejorar la participación del Estado en la gestión económica al tiempo que se escanean las normas y las prácticas de las multinacionales. No es, como pretende la derecha, un sentimiento xenófobo ni una manera de evitar la incorporación de nuevas tecnologías o inversiones. Por el contrario, buena parte del agotamiento se debe a las ventajas que tienen las compañías que más facturan en la Argentina, la mayoría de las cuales son extranjeras. 
Más que una decisión tremendista, se trata de exponer al conocimiento público cuáles son las reglas y las prácticas. El tema no debe ser tabú, pero entre las normas que regulan las actividades financieras, todavía rige en la Argentina el decreto ley firmando por Videla y Martínez de Hoz en febrero de 1977 (ley que lleva el número 21.526), mientras que ley de inversiones extranjeras (21.382) fue concebida por Domingo Cavallo y se sancionó en 1993. Es cierto que una conducción política distinta del Estado en estos años relativiza el sentido originario de esas normas. Pero no se las discute y las razones para evitar ese debate y la sanción de otras leyes no están expuestas con claridad. Debatir una reforma impositiva pondría la proa para mejorar el control de la escandalosa salida de dólares del circuito legal de la última década que pone al país en el dilema de recurrir al mercado de deuda o de generar títulos públicos con una renta atractiva para quienes viven de la intermediación financiera. Permitiría que las multinacionales tuvieran un sistema menos hermético a la hora del control. Podrían ponerse en marcha estímulos para las pymes que vayan más allá de las contingencias. 
Uno de los aspectos interesantes del libro de Piketty es que sale del plano académico y se propone llegar a lectores deseosos de análisis y diagnósticos crudos, de fondo. “El asunto de la distribución de la riqueza es demasiado importante para dejarlo sólo en manos de los economistas”, dice con énfasis, “atañe a todo el mundo y más vale que así sea” y agrega que la democracia jamás debe ser reemplazada por “la república de los expertos”.
Buena parte de la sociedad percibe que a un orden injusto debe oponerse un sistema justo. No sólo un poco menos injusto. Y un año electoral tiene un costado de simplificación de las propuestas de candidatos, pero tiene también una obligación para los equipos que aspiran a gobernar: después de las campañas, hay que tomar decisiones día a día y deben ser consistentes con las promesas realizadas. El balance de estos años kirchneristas puede ser controversial, muy polemizado y seguramente el tiempo dará muchos elementos para entender aciertos y errores. Pero hay algo indiscutible: Néstor y Cristina Kirchner siempre hicieron lo que dijeron. Se encontraron con escenarios cambiantes y nunca resignaron su prédica y su lucha por una distribución progresiva del ingreso. Fueron más que intenciones. Sólo el último año, el que acaba de terminar, puso en evidencia los límites y la necesidad de nuevas herramientas, de ideas renovadas. En todo caso, el trabajo de Piketty interpela sobre la importancia de contar con datos confiables, de hacer estadísticas que no oculten información precisa para conocer la realidad social.
Piketty estará en Argentina unos días antes de que la Presidenta concurra a la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) que se realizará en Costa Rica entre el 28 y 29 de enero. En ese encuentro, además de la solidaridad con Cuba y del respaldo a la Argentina en su pelea con los buitres, habrá una agenda marcada por los números sombríos que muestra la propia Comisión Económica para América Latina (Cepal) de balance 2014 y perspectivas 2015. La caída del precio del petróleo y de otros productos primarios vuelve a mostrar las fragilidades de un subcontinente que logró avanzar en su integración y que es muy dependiente de las multinacionales. También, un subcontinente que tiene oportunidades en la asociación con China o Rusia y que puso el alerta rojo en la prensa del establishment poniendo de relieve una simplificación infantil, como si no hubiera empresarios poderosos argentinos involucrados en esas alternativas