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lunes, 14 de noviembre de 2011

ENTREVISTA A CARLOS SAURA “Mi cine es indisoluble a mi vida” Publicado el 14 de Noviembre de 2011



En el único reportaje concedido a un medio argentino, el director español habla de su último film Flamenco Flamenco, de sus pasiones e influencias, y asegura que siempre intentó contar en sus obras las cosas que lo obsesionaron.
 

La historia del cine ibérico del siglo XX lleva su apellido marcado a fuego, como aquellos toros que salían al ruedo. Y hay pocas filmografías tan españolas como la de Carlos Saura, ese gigante que –a punto de cumplir 80 años, en enero próximo– sigue investigando, filmando y apasionándose como un principiante cuando explica qué significa ver trasladado ese sentimiento a la pantalla grande.
Con su última aventura musical, Flamenco Flamenco, recién estrenada en las pantallas locales (ver recuadro), el director buscó repetir la experiencia de la película de título homónimo –pero en singular– estrenada en 1995, y profundizar en un fenómeno que lo identifica tanto como el resto de las expresiones musicales. Para ello, se rodeó del mismo equipo de asesores –con el ojo experto de Vittorio Storaro en la fotografía y el asesoramiento musical de Isidro Muñoz, un maestro en el arte– y buscó consenso entre el star system flamenco para reclutar talentos jóvenes que prometan tanto como los consagrados a la hora de cantar, palmear, tocar la guitarra y el cajón y, por supuesto, bailar. 
Desde el otro lado del Atlántico, en exclusiva para Tiempo Argentino, el mismo Saura describe, entusiasta, la experiencia de volver a visitar a ese viejo amor: “En los 15 años que pasaron desde la primera Flamenco, una nueva generación está tratando de renovar y evolucionar –sobre todo en el baile– con la incorporación y la fusión de otros ritmos y otras músicas. Al mismo tiempo, respetando a aquellas figuras que han marcado durante estos años el flamenco y que son el punto de partida. Hay todo un mundo por recorrer todavía, pero la evolución está en marcha. En el baile, la inició Belén Maya, que estudió baile contemporáneo en los Estados Unidos; o en ejemplos concretos como Rocío Molina y Farruquito hasta el revolucionario Israel Galván.”

–¿Pero se mantiene el mismo espíritu?
–El flamenco es un ritmo único en el mundo, capaz de evolucionar, de integrar nuevas tendencias, de renovarse. A diferencia del folklore –del que hay hermosos ejemplos en España–, el flamenco se proyecta hacia el futuro con energía. 
–¿Cómo eligió los números que forman parte de la película? 
–Como siempre en los musicales que voy haciendo, parto sin argumento, sin una historia, y trato de rodearme de los mejores expertos en el tema. Yo soy un aficionado apasionado, pero nada más, y necesito la ayuda de los que saben más que yo. Eso no quiere decir que no sea capaz de elegir los artistas y las actuaciones que van a sucederse en la película, sino que ese es mi cometido: armonizar todos los elementos, decidir quiénes deben de estar y quiénes no, y compaginar luz, sonido, escenografía... Todo buscando una unidad expresiva, que está en función de los artistas, de la luz y de los movimientos de la cámara.
MEZCLAS DE RITMOS. Para Saura, las grandes expresiones musicales que han marcado a las culturas hispanas –el flamenco, el tango, el fado portugués– y otras músicas “mestizas”, como el jazz, son hijas de un mismo sentimiento: “Todas nacen en el siglo XIX, en zonas portuarias, como mezcla de ritmos y consecuencia del trasiego de seres que aportan diferencias culturales que, más tarde, por un proceso siempre misterioso, van a dar lugar a nuevas expresiones que se van consolidando con el tiempo”, asegura. 
–En su filmografía, la música y el baile han ido conquistando con los años un lugar preponderante. ¿Concibe su vida sin estas artes? 
–Suelo decir que todas mis películas son musicales. Lo creo firmemente, porque la música forma parte esencial de mi vida y, por lo tanto, de mi cine. He hecho musicales con argumento –como Bodas de Sangre, Carmen, El Amor Brujo y Tango–, y otros en donde desaparece la historia en una narración basada sólo en el ritmo visual y musical. 
–¿En qué otra expresión artística vuelca su inspiración?
–No le puedo contestar eso… Es que he hecho mas de 40 películas, tratando de contar las cosas que me preocupaban, que me obsesionaban. Mis películas serán buenas, malas o regulares, podrán interesar más o menos, pero me pertenecen y puse en ellas el mayor empeño y energía. Mi cine es paralelo a mi vida e indisoluble a ella. 
–Es decir que todavía está enamorado del cine… ¿Lo apasiona seguir filmando? 
–Estoy preparando ahora una película que se llama 33 días, que es el tiempo que tardó Picasso en pintar el Guernica. Es decir, no concibo no seguir en este “trabajo” –así, entre comillas– tan apasionante como es contar en imágenes a los demás algo en lo que crees. Siempre he considerado que hacer una película, como escribir o pintar, es un trabajo solitario a pesar de estar rodeado de colaboradores, artistas y técnicos. El cine es –en mi opinión– “el arte total”. 
–Se dice lo mismo de la ópera... 
–He dirigido cinco veces la ópera Carmen en España, Alemania e Italia. Es un hermoso trabajo, pero depende demasiado de la partitura y de la dirección orquestal. Allí te mueves dentro de unos límites ya prefijados, con pocas o ninguna posibilidad de improvisación, salvo en lo escenográfico. Para mí, el cine es otra cosa, más creativo, más personal.

PASIONES. El recorrido de Saura ha incluido cine testimonial, político, experimental y –lo dicho– musical. Pero el camino que ha ido llevando al director nacido en Huelva no es, para él, tan claro y definitorio como sus últimas expresiones artísticas: “Yo creo que se llega a las cosas porque el instinto te orienta en una determinada dirección. Luego, claro está, es necesario pulir, aprender de los demás, tratar de perfeccionar el lenguaje. Pero, al menos en mi caso, llegué al cine de ficción de una manera natural: primero como fotógrafo y luego como documentalista. Sigo siendo fotógrafo, dibujo y escribo, y todo ello es material que se acumula y orienta hacia lo que es más importante: hacer una película”, revela cuando se le pregunta por su proceso creativo. 

–Además del flamenco, usted dedicó una oda de amor al tango. ¿En qué se parecen ambos, si encuentra tal punto de conexión?
–Son diferentes y tienen puntos de contacto. Hay en el flamenco ritmos que se llaman “de ida y vuelta”, canciones y músicas que fueron a América y que volvieron a España, como las milongas, las habaneras, las guajiras, las colombianas, y algunos ritmos se aproximan al tango. Yo sustento que, en lo musical, el tango proviene de la habanera. Además, ha ido saltando de lo popular a lo clásico, ha podido derivar con mas facilidad que el flamenco hacia la música considerada como “clásica”, y hay maravillosos ejemplos de ello…
–¿A quiénes admira? ¿Cuáles reconoce como sus mayores influencias? 
–Es obvio que somos el resultado de múltiples influencias. En mi caso, no es gente concreta, sino artes: la pintura, la fotografía, lo que uno lee o ha leído, la música que se escucha, las películas que uno ve, y sobre todo la propia vida...  Somos, de alguna manera, la expresión personal tamizada a través del filtro del conocimiento y la experiencia. <
Cine “de cámara”
“El cine es una invención científica, y su continuidad y evolución ha dependido de los avances técnicos. No reniego del 3D –Wim Wenders lo ha utilizado con un estilismo increíble– pero obviamente también hay productos (en dos y tres dimensiones) que están pensados para ver comiendo palomitas y con una bebida refrescante… pero a mí me interesa más un cine de ‘cámara’: películas personales, inteligentes y sensibles. Ese cine, creo yo, tiene su público. Ahora, cualquier joven-viejo puede hacer una pequeña película con algunos actores y una cámara digital, algo que parecía imposible cuando yo daba clase en la Escuela de Cine, suspirando por algo así. El problema ahora, suponiendo que se haya hecho una película interesante, es ¿qué hacer con ese material? ¿a quién le puede interesar? Y buscar ese vehículo alternativo es el verdadero desafío.” 

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