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lunes, 19 de marzo de 2012

Dos civiles a prisión por secuestro, tortura y muerte

 

Es por el asesinato en 1977 de el abogado laboralista Carlos Moreno. Los dos hermanos Méndez prestaron su chacra para que se usara como centro clandestino. También condenaron a tres militres.
Los militares Julio Alberto Tommasi, Roque Ítalo Pappalardo y José Luis Ojeda; y los civiles Emilio y Julio Méndez recibieron en Tandil la resolución del fallo por el crimen del abogado laboralista Carlos Moreno. La causa de el Negro no era sólo un caso más, erasinécdoque de la lucha entre los modelos de país en pugna en los setentas. Por un lado, civiles y militares con todo el poder robado al Estado y apoyados desde el exterior en un plan para asegurar el asentamiento de una clase alta poderosa, proveedora de materias primas; una clase de peones de a pie, casi esclavos, en condiciones de vida paupérrimas; y una clase intermedia cipaya, o al menos engrupida, para asegurar los beneficios de los amos, al precio vil de la supervivencia. Por el otro lado, muchos jóvenes que buscaban un país solidario, de compromiso con ese otro que era su compatriota, su compañero, el que a su lado iba a construir, hombro con hombro, un país sin abusos, con igualdad de oportunidades, una patria libre y soberana, una Nación para todos. La lucha era bien despareja, se sabía.
El Negro, claro está, era del segundo grupo. Y estaba en plena disputa con la empresa cementera Loma Negra, todavía propiedad de los Fortabat, cuando descubrió que los empleados embolsadores no llegaban a jubilarse. Sufrían silicosis, una enfermedad generada por la acumulación de polvo en los pulmones. Moreno logró en la Justicia que la fábrica tuviera que reducir la carga horaria, mejorar la seguridad y la higiene laboral. También logró que indemnizaran a familiares de fallecidos. Empezaron las amenazas y comenzó a ser perseguido.
Moreno era un tipo alegre; pero riguroso para la defensa de los que menos tienen. Porque el hambre no da risa, pero sabía que la lucha bien valía la pena. En Olavarría, lo conocían todos. Además había ayudado a formar el sindicato de canillitas y el de porteras. Militaba en la Tendencia.
La noche del 29 de abril de 1977, Moreno no regresó a su casa. Había ido a llevar un certificado médico al colegio donde trabajaba su esposa, embarazada de seis meses, porque no se sentía bien. Ella se había quedado con Matías, el primer hijo de ambos, de sólo un año y medio.
Según se supo después, cuando volvía fue golpeado y metido en un Renault 12. Llevado a una chacra que los hermanos Méndez habían facilitado para que funcione allí un centro clandestino de detención, tortura y muerte.
El de 3 mayo del ’77 logró escaparse y en una casa cercana pidió auxilio. Los vecinos empezaron a asistirlo y lo escucharon. Le dieron agua, tenía mucha sed y muy mal estado físico. Algunos tiros, revelaron que los antiguos captores querían recuperarlo y Moreno se fue, para proteger a los vecinos. Lo alcanzaron, le pegaron, lo subieron a una camioneta, lo regresaron a la quinta y su cuerpo fue hallado el 10 mayo del ’77. Los militares advirtieron a los familiares que no debían enterrarlo en Olavarría para evitar desórdenes.
Para el resto de la familia, después llegaron: el exilio interno, en La Plata; el entusiasmo por la vuelta de la democracia y el inicio de los juicios; la decepción por la Obediencia Debida, el Punto Final y el indulto; la furia de los escraches; la recuperación de la fe en la Justicia con la anulación de las leyes de la cobardía y la reapertura de los juicios. Y en este caso, el inicio de una nueva etapa: la de juzgar a todos los culpables.
Los militares fueron condenados a reclusión perpetua bajo los cargos de privación ilegal de la libertad, doblemente agravada por la función pública y asesinato con alevosía, además de cargar con las costas del juicio e inhabilitación perpetua para percibir jubilación y/o pensión de cualquier índole. Mientras que Emilio Méndez recibió una pena de 15 años de prisión por ser partícipe de privación ilegal de la libertad y tormentos agravados. La condena para su hermano Julio Méndez fue de once años de prisión por los mismos delitos y ambos acarrearán con las costas.
En forma adicional, se iniciará una investigación a la empresa Loma Negra por el rol cumplido, como también lo realizado por la Suprema Corte de aquel momento, emitiendo comunicados fraguando la muerte del abogado local.
La causa era la 30.615. Pero “la causa” era la misma que está en juego ahora. El Negro, si está en algún lado, está en la sonrisa de sus hijos, en el abrazo emocionado que se dieron al escuchar la sentencia y en la recuperación de la calle con la jornada de “memoria, verdad, justicia y alegría”, frente al Parque Independencia.


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