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jueves, 18 de agosto de 2011

El perspectivismo en la historia hispano-marroquí contemporánea Podemos decir que la historia hispano-marroquí contemporánea está sujeta, tal como lo ha estado siempre, a varias interpretaciones simplistas


Dos versiones paralelas de una misma historia. (Foto de Archivo)
Dos versiones paralelas de una misma historia. (Foto de Archivo)
Lo que generalmente entendemos por historia, sea la historia hispano-marroquí o la historia en general, es, en cierto modo, el conjunto de unos determinados sucesos acaecidos, esencialmente, en una época pasada. Sin embargo, en lo que no solemos prestar mucha atención es en el modo en cómo percibimos estos acontecimientos históricos. ¿Es posible que haya “condicionantes” que moldeen o impidan que haya una correcta comprensión de lo que realmente creemos que es parte de nuestra historia contemporánea?
Para empezar, cuando hablamos de la historia en general o de la historia hispano-marroquí muy en particular, no nos referimos con ello a algo semejante a los resultados que nos brindan las ecuaciones matemáticas ni tampoco se da el caso de una ciencia que ofrece datos infalibles, sino que, al contrario, nos referimos a hechos que han sido transmitidos de una época a otra, primordialmente por dos vías de comunicación que son: la historia escrita y la historia oral. Éstas, están sujetas a un sinfín de influencias que se enmarcan en el ámbito de una interpretación coherente al convencionalismo de cada época.
Sin embargo, a pesar de todo: ¿cómo podemos estar seguros de la autenticidad de la información que nos han transmitido? ¿Cómo podemos destapar los casos de manipulación, tergiversación, falsificación, etc?, y ¿cuáles son los principales factores que intervienen en la alteración de la veracidad de las versiones, tanto la marroquí como la española, respecto a su historia común?
Estas perspectivas, de los dos países, proceden de la historia oficial y se basan en una interpretación subjetiva de los hechos históricos. De manera que, dichas interpretaciones, pueden llegar a considerarse como opuestas en relación a ciertas cuestiones que atañen a la misma realidad histórica contemporánea, desembocando de este modo en la creación de dos paradigmas históricos distintos, donde la discrepancia de interpretaciones tiende a incrementarse de forma exagerada cuando se tocan ciertas cuestiones.
Estas cuestiones, a modo de ejemplo, pueden ser: Ceuta, Melilla o el Sahara que, asimismo, revelan tan claramente dos perspectivas que tienden a escudriñar, cada uno por su parte, en los argumentos que consolidan su postura y de ahí surge con más rigor este fenómeno denominado “perspectivismo histórico”, ya que cada país, por su cuenta personal, analiza su propia historia de forma peculiar, involucrándose en ella y viéndola de manera, más bien, interesada.
Hemos establecido un marco temporal para analizar la naturaleza de la historia hispano-marroquí tomando en consideración todos los focos de tensión que enturbian las relaciones entre dichos países; lo que contribuye, por consiguiente, en el modo de proceder más conveniente, para cada uno de ellos, en redactar, a “su estilo personal”, su propia historia.
Consideramos, de este modo, que es bastante significativo que se tome en cuenta la naturaleza de las relaciones entre estas naciones que poseen dos idiomas, religión y costumbres que no tienden a conciliarse puesto que lo único que comparten, entre muy pocas cosas, es el acercamiento geográfico y un inmenso distanciamiento cultural. De manera que, podemos entender la magnitud del problema que es objeto de esta reflexión que intenta poner de manifiesto la ciega tendencia de dos Gobiernos –siempre cuando creen que es necesario– a manipular y, si es por el bien común de su comunidad, falsificar o, mejor dicho, reproducir ciertos hechos “verídicos” para su posterior adaptación a un fin solamente justificado por los “intereses de una nación” o, más bien, los intereses de una minoría gobernante. Porque, al fin y al cabo, se trata de dos culturas que son, en cierta medida, irreconciliables a causa de algunos factores que conciernen a los conflictos de “intereses nacionales”.
Para que entendamos la problemática que plantea el perspectivismo histórico a la hora de analizar la historia hispano-marroquí contemporánea, debemos no solamente centrarnos en el análisis de todo lo que converge en la creación de tensiones en las relaciones diplomáticas entre España y Marruecos, tanto en el presente como en el pasado, sino también debemos reconsiderar las diferencias culturales entre estos dos países.
Tal es así que en cada una de estas sociedades hallamos fenómenos como los estereotipos y perjuicios respecto a la otra sociedad, puesto que cada una las dos culturas concibe el mundo de forma distinta considerando como “enemigo” al otro que no comparte sus ideas y los principios que rigen su mundo. Ese “otro” siempre constituirá una posible amenaza. Este hecho ha ocasionado desde siempre un considerable distanciamiento cultural entre los dos países, en tanto que el rechazo al otro forma parte de un comportamiento natural de una sociedad. Esto, a su vez, se considera como fruto de una actitud etnocentrista que une sólidamente una comunidad y, al mismo tiempo, la aleja de otra.
Está claro que entre los factores que debilitan nuestra visión de los acontecimientos históricos es inevitable tratar, por ende, el tema de la cultura como concepto global que encierra todo lo relacionado con la manera de pensamiento y actuación de una determinada sociedad unida por vínculos étnicos, rasgos lingüísticos, religiosos o sistema de valores que, por lo general, favorecen la formación de dos distintas maneras de contemplar los mismos hechos sean presentes o pasados.
Y con esto planteamos otra pregunta: ¿por qué seguimos cometiendo los mismos errores que se han cometido en el pasado a la hora de interpretar nuestra historia? ¿Por qué no nos separamos de ella a la hora de analizarla? ¿En qué grado influye nuestra cultura en el peculiar modo de contemplar nuestra realidad histórica?
Hay que decir que, incluso con la lengua con la que se expresa cada una de las dos sociedades, al redactar su propia historia, revela su propia actitud “nacionalista”. Y esto sucede por medio de una muy específica terminología con la que se intenta, consciente o inconscientemente, justificar “razonablemente” sus propios errores como en el caso de España al intervenir en Marruecos, a comienzos del siglo XX, cuando alegó que éste “ruega” ser civilizado por una nación capaz todavía de “civilizar” a alguien bajo su mandato.
Al consultar ciertos hechos que fueron polémicos en el marco de la historia hispano-marroquí contemporánea, advertimos, por consiguiente, tanto en la historiografía española como la marroquí, una manera muy concreta en lo relativo a la descripción del devenir histórico. De esta manera, cada uno se esfuerza empleando todos los medios a su alcance para favorecer su punto de vista político sobre los hechos y de acuerdo a este procedimiento interfiere en la “personalización” o la “identificación” de la historia real para condicionarla al carácter oficial de la postura que debe adoptar el Gobierno y en la que debe creer indisputablemente el pueblo. De ahí surge la experiencia subjetiva que caracteriza la historia hispano-marroquí desde antaño.
Tal como hemos señalado anteriormente, esto causa el hecho de que estas versiones en relación a ciertos acontecimientos históricos, pueden considerarse, en frecuentes casos, como contrapuestos. Por lo que entendemos que todas las “evidencias históricas”, “estén bien o mal confeccionadas” por parte de los Gobiernos de estos países o los medios que subyacen bajo sus posiciones, se tienen que tomar por parte del pueblo marroquí o español conforme a “la voz que le represente”, como hechos incuestionables como si fueran atributos de su identidad y garantía de inserción social en los mismos. Ya que se trata de un producto nacional con que se identifica cada nación o grupo étnico que tiene la obligación de consumirlo sin objeción alguna. Esto, por añadidura, converge en la creación de un paradigma histórico que se caracteriza por su parcialidad y su alto grado de subjetividad.
A la luz de estas premisas, podremos decir que la historia hispano-marroquí contemporánea está sujeta, tal como lo ha sido desde siempre, a varias interpretaciones simplistas y estas nos conducen, inexorablemente, hacia un modo de exégesis que caracteriza nuestra acotada capacidad de concepción objetiva de nuestra realidad histórica.
Para formular estas conclusiones hemos tenido que analizar varias obras escritas tanto por investigadores españoles como marroquíes que trataron distintas cuestiones concernientes a la historia hispano-marroquí en el siglo XX; también había que poner mucha atención en los argumentos que esgrimían y la terminología que empleaban tanto la historiografía española (abundante en este caso) como la marroquí (muy escasa en árabe) que, asimismo, construyen dos “dimensiones interpretativas contradictorias”.

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